sábado, 28 de agosto de 2010

Paloteados de la Ribera

“El que se pica, ...ajos come”


En varios pueblos de la Ribera de Navarra se celebra una representación escénica que combina danza y teatro en honor al patrón/a. El espectáculo recibe el nombre de la danza más representativa: el paloteado; si bien, se ejecutan otras modalidades como son el trenzado, los arcos, jotas, etc. El paloteado era, en principio, una danza masculina con resonancias guerreras y atavismos vinculados a la fertilidad de la tierra. En la actualidad, por ejemplo, en Ribaforada, Murchante y Cortes, también es bailada por féminas.

La representación dramática tiene vestigios medievales de raíz cristiana. Dos personajes (el Mayoral y el Rabadán), arquetipos uno del sentido común y el último de la holganza y los placeres (el vino), contemplan un singular combate entre las fuerzas del mal (Diablo) y las fuerzas providenciales del bien (Ángel) cuyo botín es el control y dominio de la población. En la Edad Media, pudo tener un afán didáctico y evangelizador; sin embargo, en nuestra época, donde lo racional y lo laico tienen más influencia, adquieren otros matices.

Los personajes alternan series monologadas de versos donde se repasan asuntos públicos y privados acontecidos durante el año. El paloteado tiene dos caras: una rebelde, crítica, contestataria y la otra podría ser, atención, (igual me paso aquí, ya me diréis) reaccionaria, reguladora de comportamientos privados y cercenadora de libertades individuales.

Me gustan los versos que critican las instituciones públicas (ayuntamiento, cooperativas,  etc) porque el paloteado se convierte en un vocero de las inquietudes populares y en látigo que fustiga las ineptitudes de los gobernantes municipales.

Sin embargo, los versos que cuentan sucedidos a personas son potencialmente peligrosos, pues, podrían ser reguladores de conductas con resabios moralistas. No estaría bien el uso de la influencia del paloteado para penalizar conductas privadas que no tienen incidencia pública. Suelen ser estos versos los que más risa dan, pues nombran, en muchas ocasiones, a personas del pueblo investidas de carisma y aceptación social. También, muchas de las anécdotas aluden a miembros del grupo, por ejemplo, en las cortesías de los danzantes. Aquí los paloteadores hacen peticiones al patrón/a y, a continuación, los actores cuentan algún chascarrillo del danzante, que suele tener un matiz picante relacionado con su mocedad.

El paloteado de Murchante celebró su tercera edición. En mi opinión, su fuerte es el trabajo de los actores, algunos provenientes del teatro aficionado. Dan sentido a lo que dicen, tienen una buena dicción, enfatizan donde toca y hacen un buen recitado, no suelen equivocarse, ni tienen olvidos, de manera que lo dicho gana en verosimilitud. Dura sólo una hora, “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

El paloteado de Ribaforada tiene más tradición. Me gustan detalles innovadores de puesta en escena que rompen con el estatismo de dos personajes recitando. En la edición del 2010, me gustó la coreografía de los danzantes con la música del waka-waka, la entrada estruendosa del Diablo portando la copa del mundial de fútbol que movió al baile a los asistentes, la dramatización de los cuatro actores (teatro dentro del teatro) donde se imitaba a los concejales contando chistes en una espera. Eso sí, me pareció largo (2 horas de pie, en mi caso) y eso no es bueno. Creo que no hubo una depuración suficiente de los versos, se contaron demasiadas anécdotas con poca vis cómica y, al final, aumentan las tropiezos de los actores por el gran esfuerzo realizado y disminuye la atención del público. También me choca que el Diablo muera y después se levante y siga un rato. Pero este es un rasgo de Ribaforada, lo mismo que el reparto arbitrario de los versos entre el Diablo y el Ángel, pues indistintamente pueden intercambiar los papeles y el Ángel soltar maldades propias del Diablo. Esto yo me lo tomo como un rasgo diferencial, que conste que no lo juzgo.

El paloteado de Cortes tiene solera. Para mí, lo mejor suelen ser las críticas al Ayuntamiento que suelen ser detalladas, ácidas y, a veces, corrosivas, lo cual revela que los escritores están minuciosamente informados. Me gusta la agresividad del baile del paloteado, el bravísimo golpeo de los palos, pues cada palo roto es como un trofeo de caza para el danzante que exhibe con orgullo su destreza y su fuerza. También me gusta el público que atiende mucho a los bailes y es que muchos han bailado y saben valorarlos.

El paloteado de Ablitas tiene algunas desventajas de entrada. Es en octubre y, a veces, hace frío. No son fiestas y no están colocados los tablados ni vallas que permitirían un espacio cerrado y asientos. Estos factores representan una dificultad para fijar la atención en una representación que puede durar unas dos horas. En ocasiones, no empieza puntual porque el cura no ha acabado la misa y eso supone un pequeño retraso que se añade al tiempo de representación. En mi opinión, las danzas no son suficientemente valoradas por la gente, pues nos lo tomamos como un momento para comentar las anécdotas recién narradas. Los que sí se fijan son todos los danzaris veteranos que han pasado por el grupo Mendianike y que lo valoran. El equipo de actores realiza un esfuerzo encomiable, pues a mi entender, el paloteado contiene muchos versos y el peso no se reparte equitativamente, ya que recae, sobre todo, en el Mayoral y en el Rabadán. La versificación (octosílabos que riman en asonante los pares, es decir, romance) es más cuidada que en Ribaforada, por ejemplo. Está bien estructurado y se cuida la adecuación del texto al personaje. Las críticas políticas son mesuradas y se proponen distintos puntos de vista. Esta imparcialidad y el cuidado que se pone en las anécdotas a particulares son garantía de perpetuidad del paloteado en un pueblo que celebrará su decimosexta edición.

Despido este texto, agradeciendo a todos los colectivos de paloteados de la Ribera su trabajo porque nos hacen pensar, nos hacen (son)reír y todo lo hacen  por un sentimiento de pertenencia a una comunidad a la que aman y a la que pretenden mejorar. Si he dicho algo que os haya podido molestar, ya sabéis, “el que se pica, ajos come”. 

miércoles, 18 de agosto de 2010

Astragalus

Hace unos años un grupo de abliteros paseamos por el monte de Ablitas con un biólogo (Roberto). La jornada fue muy instructiva. Nos enseñó a ver. Dicen que los buenos profesores no comparten sólo su saber, sino su propio deseo de saber, en nuestro caso, vale decir, que compartió con nosotros su entusiasmo ante el espectáculo que supone el árido monte de nuestro pueblo y las especies de fauna y flora que allí viven. Nos explicó que es una planta endémica, que sólo vive en Ablitas y en muy pocos lugares del mundo. Esto fue una revelación para mí emocionante. Los hombres de campo la denominan como "garbancera" porque es una planta leguminosa que recuerda a las matas de garbanzos. Nos explicó el biólogo que es una especie insólita, amenazada, vulnerable, frágil. Me conmoví al pensar lo fácil que esta planta podía ser pisoteada por la ignorancia, por mi ignorancia. Un ignorante podría envolver un bocadillo de sardinas en aceite con un lienzo de Goya. Para él no tiene más que valor que preservar su bocadillo. Sólo se ama lo que se conoce.
He puesto este nombre a mi blog como homenaje a esta planta endémica, ablitera, frágil, ignorada. Me gustaría escribir muchas cosas y compartirlas contigo, amable lector/a. Ojalá sepa detenerme en las cosas pequeñas, aquellas que sólo están al alcance de los niños.