miércoles, 5 de febrero de 2020

sábado, 26 de octubre de 2013

Manuel Rivas me da una manzana



Manuel Rivas me da una manzana

Mientras escribo estas notas, digiero una manzana. Permanece en mi memoria la dulzura de su zumo, su textura tersa y crujiente, el color rojo de su piel brillante, perfecta. Sin duda me nutre una metáfora, pues lo que estoy digiriendo no es otra cosa. Me la dio Manuel Rivas, el escritor gallego. Entre los 300 asistentes a los encuentros de Clubes de Lectura, me eligió a mí como merecedor de la fruta. Bueno, en parte, quizá fuera también porque estaba en primera fila situado justo en frente. Y porque, además, seguro que leyó en mi semblante la expresión “a mí, a mí”. Me miró, buscó un asentimiento y me la lanzó. Sin dudarlo, le di un mordisco porque tenía hambre, ese apetito que despiertan los sabios, el deseo de participar un poquito de su sabia nutricia,  de mascar el alimento dado por su mano, como si en su ingesta, algo perdurara  de él en mi interior. 
                                          Rivas, el de barbas.

Todo escritor es un seductor, un prestidigitador de la palabra que busca el embeleso de quien lo escucha. Así Rivas, se ha ganado al nutrido auditorio de lectoras y lectores, causando admiración con su prodigiosa memoria, exhibiendo un vasto repertorio de cuentos, citas y anécdotas personales. Conduciéndonos por caminos sinuosos con paisajes cuyo destino ignorábamos. Es lo que busca cualquier lector, la “admiratio”, el asombro que provoca el “saber” y la magia del “saber contar”. Todo para acrecentar nuestro apetito por aprender, nuestra sed de fantasía.
Al principio de la conferencia, mientras se disparaban los flashes, él ha sacado una cajita negra que ha colocado sobre la mesa entre él y el auditorio. Decía que era una “cámara oscura”, que perforado en el círculo blanco un agujerito permitiría pasar la luz y así se introduciría la imagen del mundo que tenía frente a él. Una especie de reconstrucción de lo de fuera, a escala. Al final de la conferencia, con cierto paripé, siguiendo con el tono de humor, ha abierto la caja y ha sacado primero una esfera de cristal, que, por supuesto, contenía dentro todo lo que le rodeaba, como es bien sabido. Y después, ha sacado una metáfora en forma de manzana. Es la que me ha lanzado, el propio Rivas con sus manos, la que yo he comido con mis dientes. Ahora me siento bien, bien alimentado, y una extraña felicidad recorre mi cuerpo, pues  he comido una manzana, como Adán, como Blancanieves. Sólo que esta manzana no me va a expulsar del paraíso de la literatura, ni me va a destilar el veneno de la ficción, pues ya estoy contaminado.

domingo, 30 de diciembre de 2012

"En la Casa" de François Ozon




FICHA TÉCNICA
Película: En la casa. Título original: Dans la maison. Dirección: François Ozon. País: Francia. Año: 2012. Duración: 105 min. Género: Drama, comedia, thriller. Interpretación: Fabrice Luchini (Germain), Ernst Umhauer (Claude), Kristin Scott Thomas (Jeanne), Emmanuelle Seigner (Esther), Denis Ménochet (Rapha padre), Bastien Ughetto (Rapha hijo), Jean-François Balmer (director), Yolande Moreau (gemelas), Catherine Davenier (Anouk). Guion: François Ozon; adaptación libre de la obra de teatro “El chico de la última fila”, de Juan Mayorga. Producción: Eric Altmeyer y Nicolas Altmeyer. Música: Philippe Rombi. Fotografía: Jérôme Alméras. Montaje: Laure Gardette. Diseño de producción: Arnaud De Moleron. Vestuario: Pascaline Chavanne. Distribuidora: Golem. Estreno en Francia: 10 Octubre 2012. Estreno en España: 9 Noviembre 2012.

COMENTARIO

       Hay películas hipnóticas que te dejan flotando en una especie de "nebulosa" y cuyos enigmas regurguitas para lograr desentrañar claves que no has llegado a entender.
      El personaje clave de la película es el mefistofélico Claude, un adolescente de una inteligencia extraordinaria, proveniente de una familia desestructurada, cuya obsesión es entrar "en la casa" de su compañero de instituto Rapha y ver cómo es la vida de la "clase media".
       Empieza el curso y su profesor de literatura Germain les propone  escribir un texto sobre el fin de semana. Entre un montón de ejercicios patéticos descubre la potencia narrativa de un alumno, Claude.
Al chico le gustan las matemáticas porque le proponen un mundo ordenado, una alternativa al caótico devenir de la realidad. Gracias a las matemáticas consigue entrar en la casa de Rapha, pues le ayuda con las tareas.
        El motor del mundo es el DESEO.Aceptemos que la realidad es una mierda que nos produce frustración. Partiendo de aquí, cada individuo busca la transformación de su mundo mediante la satisfacción de un deseo, sin reparar en normas morales, ni éticas.
        La familia de Rapha es una acomodada familia burguesa que busca en las cosas materiales, en la adquisición de posesiones, una justificación para su vida. El padre siempre habla del trabajo y la madre, que ha sacrificado su carrera (arquitectura) para cumplir con sus "obligaciones"  acepta la vida alienante y aburrida que la ha tocado vivir.
         La frustación de Germain y su esposa Jeanne es no tener hijos. Jeanne trabaja en una galería de arte y no se siente comprendida por su marido, pues lo que expone le parece una impostura, como la mayoría del arte contemporáneo. Jeanne no entiende la admiración de su esposo por el alumno. Piensa que o bien se ha enamorado del muchacho (Passolini) o bien lo acoge como al hijo que no tuvo.
         Una vez dentro de la casa lo que DESEA el joven Germain es poseer a la madre de Raph, una atracción hacia las mujeres maduras que consumará en la mujer de su profesor al final de la película.
         La frustración del profesor de literatura es no haber sido escritor. Por esto ayuda cuanto puede a Claude. Por esto y por el DESEO de seguir leyendo las historias que el "mirón" de su alumno le cuenta sobre la familia de Rapha. Aquí hay toda una lección de teoría de la literatura. Unas interferencias geniales entre el mundo de lo vivido (vida) y el mundo de lo imaginado (literatura). Hasta el punto de generar una fusión y confusión entre los dos niveles de realidad. Este juego es muy cervantino, pero, también recuerda a Woody Allen en La rosa púrpura de El Cairo. Ni el espectador ni el propio Germain sabrá cuándo lo narrado era vivido, ni cuándo era imaginado. Ni quizá importe, lo importante es la creación de una nueva forma de realidad: la literatura como forma de vida. Como Simbad, Claude primero vive y luego lo cuenta. Como don Quijote, Claude primero imagina y luego intenta vivir lo imaginado.
         Las consecuencias de todo son devastadoras para Germain. Es despedido del Instituto, abandonado por la mujer. Sin embargo, la historia parece concluir con una verdad irrefutable: la literatura es la única forma de vida posible, pues en imaginar y contar encuentra su redención existencial. Acepta al perverso Claude, origen de todas sus desgracias por el dulce veneno que destila su potencia creativa. Acudimos a la literatura con el DESEO de vivir lo que la realidad nos niega. Lo único que nos redime de la insatisfacción, de la frustración y del vacio existencial. Esto explica la escena final, que se resume en este fotograma -donde se evidencia la degradación del profesor- quien en plena caída a los infiernos, se deja llevar por Claude hacia el poder genesíaco de la literatura, la única escapatoria posible.



NOTA: Este entrada se la dedico a mis ex-alumnos Aitor y Pablo.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Cuentos de la Edad Media


Este libro reviste interés en particular para los amantes de la historia de la literatura, de los cuentos y de la Edad Media. Es de fácil lectura, pues el castellano está actualizado. La colección se titula "Odres Nuevos", los odres eran los pellejos donde se guardaban los vinos, de ahí la metáfora: el contenido es el mismo, el continente difiere.

El estudio preliminar lo firma María Jesús Lacarra, profesora de la Universidad de Zaragoza, máxima especialista en cuentística medieval. Fui alumno suyo en dos asignaturas de la carrera y siento gran admiración por su erudición y por lo didácticas que eran sus clases. Recientemente se ha ocupado del tomo que corresponde al medievo en la última Historia de la Literatura que se  ha publicado, la coordinada por José Carlos Mainer.

Esta antología recoge cuentos (estorias, milagros, apólogos, castigos, proverbios, consejas, patrañas…,) de libros como Calila e Dimna, Sendebar, Disciplina Clericalis, El Conde Lucanor, El libro de Buen Amor, El Corbacho, ... Son fáciles de leer y muy divertidos, en la mayoría de los casos.

La mayoría tienen en común que forman parte de ese corpus narrativo que es la literatura sapiencial, son cuentos que procuran una enseñanza para quienes los leen. Esa moraleja, en muchos casos, no tiene aprovechamiento pues el contexto histórico ha cambiado, pero nos sirve para comprender el pensamiento de las personas en el medievo.

De todo, lo que más me maravilla es el viaje que recorren los textos. Muchos de ellos eran utilizados por los monjes budistas para su predicación, fueron recopilados en un libro titulado Panchatantra, y llegaron a la Península a través de Siria, gracias a los árabes (711dC). Fueron recreados y reescritos, adaptados al lugar y al  momento, pero su origen era este. Así que los cuentos, de alguna manera, son como una cápsula que encierra el sabroso licor de la sabiduría.

Por otra parte, fue durante la Edad Media cuando se fundieron en la Península las dos tradiciones cuentísticas: la oriental (India, Siria, Irán, ...) y la occidental (Grecia, Roma). La Escuela de traductores de Toledo tuvo mucho que ver en la difusión por las primeras universidades europeas de las obras provenientes de oriente, gracias a las traducciones al latín-lengua franca- que allí se hicieron.

El otro viaje que también me maravilla es el cronológico. Hoy, acomodado lector, rodeado por tablets, ebooks, bolgs, ... han llegado hasta ti cuentos escritos hace cientos y cientos de año, que esperan tu acogida para seguir inyectando el dulce veneno de la literatura.